miércoles, 18 de noviembre de 2020

 

Tenemos Esperanza


Por Ana María Urrutia

Cuando todo nos parece perdido, la fidelidad de Dios y la confianza a sus promesas, a nosotros los creyentes, nos ánima. A pesar de vivir muchas veces bajo situaciones adversas y por qué no decirlo, bajo situaciones de crisis sociopolíticas, económicas y religiosas (como se viene sintiendo y se ha hecho visible desde hace un año) el creyendo es particularmente una persona optimista en la esperanza de salvación. A pesar de sentir y reconocer el pesimismo histórico, es decir, de ser capaz de entender y advertir las injusticias y lo irregular de muchas situaciones en la vida y en el sistema, nace en él, un horizonte esperanzador, un horizonte ético hacia el cual transitar.  La esperanza de la cuál hablan muchos escritores en la biblia, entre ellos Pablo, no está enfocada en el más allá. Esta esperanza de Salvación tiene sentido para el cristiano, en el aquí y en el ahora. La esperanza del cristiano está puesta en el significado que la Resurrección de Cristo tiene en la vida de cada creyente y de cada comunidad. Los que no tienen esperanza son los que no ven un sentido y un futuro para la historia. Los que carecen de utopía y dejan de caminar hacia un horizonte ético diferente, los que dejan de construir el Reino de Dios en la historia, tal como lo propuso Jesús, finalmente, son los que dejan de soñar. Eduardo Galeano en uno de sus libros, citando a Fernando Birri se pregunta para qué sirve la utopía y se responde “La utopía está en el horizonte, camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se correo diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar” Cuando perdemos la esperanza, es cuando nos sentimos derrotados, y dejamos que el sistema, las circunstancias, los problemas, las dificultades nos manejen. Dejamos de tomar decisiones por miedos y permitimos que factores externos nos dominen. Néstor Míguez dice que “la opresión sabe que alcanza su mayor victoria cuando es capaz de despojar a su víctima aún de la esperanza. Pero el ser humano oprimido percibe que renunciar a la esperanza es renunciar a la vida”. Tener esperanza en la Salvación y creer en la Resurrección de Cristo es vivir pensando no en el futuro después de la muerte ni en el más allá, es vivir transformando nuestro presente gracias a la victoria que la Resurrección de Cristo trajo a nuestras vidas.

 

 

 

 

Les dejo la letra y el link de un himno latinoamericano escrita por Federico Pagura:

https://www.youtube.com/watch?v=NWWoWXXpI4s

Porque Él entró en el mundo y en la historia
Porque Él rompió el silencio y la agonía
Porque llenó la tierra de su gloria
Porque fue luz en nuestra noche fría

Porque Él nació en un pesebre oscuro
Porque Él vivió sembrando amor y vida
Porque quebró los corazones duros
Y levantó las almas abatidas.

Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir en esta tierra mía
Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir

Porque atacó a ambiciosos mercaderes
Y denunció maldad e hipocresía
Porque exaltó a los niños, las mujeres
Y resistió a los que de orgullo ardían

Porque Él llevó la cruz de nuestras penas
Y saboreó la hiel de nuestros males
Porque aceptó sufrir nuestra condena
Y así morir por todos los mortales.

Porque una aurora vio su gran victoria
Sobre la muerte, el miedo y la mentira
Ya nada puede detener la historia
Ni de su Reino eterno la venida

Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir en esta tierra mía
Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir

Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía
Por eso es que hoy miramos con confianza
El porvenir

jueves, 29 de octubre de 2020

Cumpliendo con mi deber cívico.

 


Por Elizabeth Palma Gallardo

Durante esta semana la noticia principal ha sido el resultado y como se desarrolló la votación del pasado domingo. No hubo persona que no haya escuchado, comentado o compartido alguna noticia respecto a dicho evento. Muchos se alegraban de haber cumplido con su deber cívico por primera vez, otros comentaban respecto a la alta participación popular o sobre el resultado del sufragio. Está claro que nadie pudo quedarse ajeno a este suceso.

Muchos ciudadanos están tranquilos, porque independiente del resultado, se sienten satisfechos de haber cumplido con su deber cívico.

Pero, así como muchos ya están preocupados y trabajando en el proceso que ahora se viene en el tema constitucional (¿Quiénes serán los constituyentes?, ¿Cómo podrán inscribirse los independientes?, ¿Qué organizaciones podrán participar?, etc.) nuestra tarea como cristianos y ciudadanos de este país también debe continuar, no debe quedarse solo en la satisfacción de haber emitido un voto.

En la primera carta a Timoteo, el Apóstol Pablo dice Así que, recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. 1 Timoteo 2: 1-2” versión NVI

Si realmente queremos cumplir con nuestro deber cívico, debemos seguir rogando y pidiendo por nuestras autoridades, para que estas puedan ser guiadas por Dios con el fin de que las leyes, derechos y responsabilidades ciudadanas que se redactarán en la nueva Constitución puedan contener lo que Dios anhela para sus hijos. No olvidemos que el primer propósito por el cual Dios establece autoridades civiles es para el bien del pueblo. Para proteger los derechos de las personas, la propiedad y la libertad que cada individuo debe tener.

 

Así no nos será contradictorio someternos a las autoridades terrenales, ya que como nos lo recuerda Pablo en su carta a los romanos, “Sólo Dios puede darle autoridad a una persona, y es él quien les ha dado poder a los gobernantes que tenemos. Por lo tanto, debemos obedecer a las autoridades del gobierno.” Romanos 13:1 versión TLA.

La invitación es a seguir orando, se vienen nuevas elecciones, plebiscitos y leyes, por lo que necesitamos que Dios en su misericordia nos acompañe y guie en todo y así cumpliremos con nuestro real deber cívico.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Enviadas para estar en el mundo

Perfección en la unidad

 Pamela Martínez Carvallo




¿Sabías que Jesús oró por ti y por mí? En el pasaje de Juan 17, Jesús ora por cada creyente de todos los tiempos. Nosotras estábamos en sus pensamientos cuando se preparaba para morir por cada una de nosotras, para darnos perdón, deseando restaurar nuestra relación con Dios. 

En este pasaje se nos muestra los 3 tipos de oraciones que Jesús hizo. El capítulo entero es una oración de intercesión de Él hacia el Padre. Revisemos:

·       La primera oración, Jesús ora por sí mismo (Juan 17:1-5):

Jesús reconoce en sí mismo, que ha recibido del Padre toda autoridad sobre cada ser humano, que por medio de Él se nos otorga la vida eterna a cada uno de los que el Padre le ha dado y que esta vida eterna consiste en conocer a Dios como el único y verdadero, y al Hijo a quien ha enviado. Pero para vivir esta vida eterna se requiere establecer una relación íntima con el Señor Jesús, a través de su Espíritu Santo, Y ahora que Jesús termina su obra acá en la tierra, le pide al Padre que lo glorifique, así como Él mismo lo ha hecho acá en la tierra y le ruega que lo restaure a su lugar de honor y autoridad. Jesús pidió volver al estado que tenía antes de la fundación del mundo, al lado de su Padre.

 

 

·       La segunda oración es en donde, Jesús ora por sus discípulos (Juan 17:6-19):

 

Estos versículos nos hablan de la oración de intercesión que hizo por sus discípulos, Jesús reconoce en el Padre que todo lo que tiene él como Hijo, le pertenece a Dios Padre, y le fuimos otorgadas a Jesús para recibir el mensaje en el que hemos creído y hemos aceptado. Le pertenecemos a Dios el cual nos fue revelado por Jesucristo. Él intercedió por nosotras, rogó al Padre por los que le pertenecían, porque Él dejaría este mundo, volvería al Padre, pero nosotras quedaríamos acá, ¡en el mundo! Rogó al Padre que nos diera su protección para que seamos UNA, al igual como lo son el Padre y el Hijo y para que recibiéramos su gozo en plenitud.

 

Jesús no pide al Padre que nos quite del mundo!, ¡sino que nos libre del mal!, Vivimos en este mundo para interactuar con él, ya que de esta manera podremos mostrar a Jesús y entregar el mensaje de salvación, ¿nuestra misión? ¡llevar a otros a la salvación! Y así como Él fue enviado al mundo, nosotras también hemos sido enviadas al mundo.

 

Esta oración de intercesión es una muestra de amor invaluable, antes de ir a la muerte de cruz, dedicó tiempo para orar por nosotras, para que disfrutáremos de su gozo. Su gran deseo es que seamos una en Él de esta manera seremos un testimonio real y poderoso de su amor.

 

·       La tercera oración, Jesús ora por todos los creyentes (Juan 17: 20-26):

 

En esta intercesión Jesús no sólo oró por nosotras, rogó también por los que han de creer en Él por medio de nosotras deseando que logremos esta unidad en Él y para que el mundo crea que Él vino en rescate por nosotras para darnos salvación y vida eterna y juntos alcancemos la perfección de la unidad. Finalmente dice: “Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y estos reconocen que tú me enviaste.  Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos”.

 

Las invito a reflexionar sobre este pasaje de la Biblia, que nos muestra tan grande amor que fue derramado por nosotras y por cada una de las que se sumarán. Para que alcancemos la perfección en la unidad.

 

Cada rama unida a la vida está unida a cada una de las ramas.


viernes, 28 de agosto de 2020

¿Cómo enfrentas tú las crisis?

 

¿Cómo enfrentas tú las crisis?

Claudia Mardones Bahamonde


 

En el último tiempo, hemos escuchado demasiadas veces la palabra crisis: crisis climática, social, política, sanitaria, económica, matrimonial, existencial, emocional, espiritual, etc. Es posible que te sientas sobrepasado y angustiado, porque se van sumando cada vez más complicaciones o, tal vez, te sientes indiferente y tratas de seguir viviendo el día a día sin pensar demasiado en lo que está ocurriendo a tu alrededor, porque, finalmente, no es mucho lo que se puede hacer. Lo que estaba bajo control se ha vuelto inestable, incierto generando angustia y preocupación. Sin embargo, debes tener presente que nada es eterno en esta vida, ya sea bueno o malo, pasado un tiempo se termina.

¿Sabías que las crisis son cíclicas? Esto quiere decir que las crisis vienen, pasan y se van; dejan sus efectos, la vida sigue, se reestructura, pero regresan, y comienza de nuevo el ciclo. Ahora bien, cada persona percibe las crisis de una manera diferente. Se cuenta la historia de la hija de un chef, que agobiada por los problemas que enfrentaba día tras día, buscó el consejo de su padre, y el cual le dijo: Imagina una zanahoria, un huevo y un café. ¿Qué le pasa a cada uno cuando debe soportar el agua a altas temperaturas? La zanahoria, se ablanda; el huevo se endurece, y el café transforma el agua en un rico brebaje de agradable sabor y aroma. Las crisis son como el agua caliente, algo que debemos soportar y enfrentar, no todos reaccionamos igual, pero ¿cómo reaccionas tú ante ellas?

Las crisis son problemas, pero también son una oportunidad. Sí, son una oportunidad para modificar aquello que teníamos controlado y ordenado y que las crisis han venido a trastocar. Nos obligan a pensar en nuevas posibilidades, otros escenarios posibles para nuestra vida. Algunos han dicho que, en momentos de crisis, también surge la genialidad, porque la humanidad está presionada buscando soluciones para enfrentar el problema. Piensa solo en lo que ha generado el COVID-19, cuántos investigadores han hecho avances científicos notables tratando de inventar ventiladores mecánicos, mascarillas, vacunas para combatir este virus, etc.

Las crisis deben generar en nosotros, no un temor inmovilizante, sino acciones que trasciendan y cambien las condiciones actuales. En la Biblia se relata la historia de Josaba, (2 Cr.22 y 2R. 11) una mujer que enfrentó una crisis familiar, política y religiosa muy importante y que se vio obligada a hacer algo más que confiar en Dios.  Josaba, o Josabet, era hija de Jorán, rey de Judá. El rey Jorán se había casado con Atalía, hija de Jezabel y Acab, reyes de Israel que adoraban a Baal. El rey Jorán siguió los pasos de sus suegros e hizo desviar al pueblo de Judá hacia la idolatría. Al morir Jorán, su hijo Ocozías asumió el reinado, quien al igual que su padre, hizo lo malo ante los ojos de Dios. Su reinado fue breve, solo un año, después del cual fue asesinado. Atalía, al enterarse de la muerte de su hijo Ocozías exterminó a toda la descendencia real de Judá, o al menos eso fue lo que ella pensó.  

“Pero Josaba, que era hija del rey y esposa del sacerdote Joyadá, raptó a Joás hijo de Ocozías cuando los príncipes estaban a punto de ser asesinados. Metiéndolo en un dormitorio con su nodriza, logró esconderlo de Atalía, de modo que no lo mataron. Hizo esto porque era la hermana de Ocozías.” (2Cr.22:11 NVI)

¿Te puedes imaginar la escena? Recién asesinado el rey, la reina Atalía, inició un exterminio para asumir el poder del trono de Judá. Fue un momento crítico a nivel familiar. No sólo murió Ocozías, sino también, parte de su familia (los varones que podrían reclamar el trono). Pero, además, es una crisis política porque el rey fue asesinado y sus herederos al trono exterminados. Al mismo tiempo, fue una crisis religiosa, pues tomó el control del reino una mujer que abiertamente adoraba a Baal. Nuestra protagonista, Josaba, enfrentó esas crisis tomando una decisión crucial, decidió esconder al pequeño bebé Joás, su sobrino. El niño Joás estuvo seis años oculto en el templo de Jehová, gracias a la acción de su tía, y al séptimo año fue proclamado rey, con solo siete años. Joás fue un gran rey que hizo lo bueno antes los ojos de Dios y restauró el templo que había sido destruido durante el reinado de Atalía y motivó al pueblo a buscar a Dios nuevamente.

Las crisis nos enfrentan a momentos cruciales que nos obligan a tomar decisiones y llevar a cabo acciones que se convierten en oportunidades, nuevas posibilidades de vivir nuestra vida. La muerte del rey Ocozías vino acompañada de una crisis familiar y una crisis política y religiosa, y Josaba las enfrentó con valor y esperanza. Sin duda, ella sabía que, si salvaba a su sobrino, éste podría reclamar el trono y deslegitimar el reinado de Atalía, en el futuro. Josaba supo mirar más allá del presente, miró hacia el futuro con esperanza, hizo lo que creyó correcto y confió en Dios. Espero que en medio de este tiempo de crisis mantengas la esperanza en Dios y el valor como Josaba. Esta mujer sólo es mencionada en dos versículos de la Biblia que relatan la misma historia, pero sus acciones cambiaron el curso de la historia del pueblo de Judá.

En estos momentos de crisis mantengamos la esperanza en Dios y orientemos todas nuestras acciones para agradarle. Después de haber pasado las crisis, podremos ver con más claridad cómo Dios ha estado siempre con nosotros en los momentos más difíciles, sosteniendo y bendiciendo nuestras vidas. Que el Señor nos dé la fuerza para enfrentar de la mejor manera las crisis, para transformar el agua caliente en un agradable café y ver las crisis no solo como problemas a solucionar sino como oportunidades.

“Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el Señor esperan”

(Salmo 31:24 NVI)

viernes, 31 de julio de 2020

Caminando sobre el mar


Ana María Urrutia

“Ven —dijo Jesús.

Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús.  Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:

—¡Señor, sálvame!”

Luego de este encuentro de Pedro con Jesús, ahí en medio del mar y la tormenta, Jesús pregunta a Pedro “¿por qué dudaste?”. La biblia nos relata una y otra vez momentos en los que el hombre duda, momentos de inseguridad, aflicción y muchos momentos de caída. Ninguno de estos momentos es narrado para cuestionar el hecho del que el hombre duda, justamente lo contrario. Dudamos, nuestra razón golpe tan fuerte nuestra mente que nos paralizamos frente a las circunstancias de nuestra vida que no conocemos, frente a esos momentos en los que no sabemos qué hacer porque recordamos que somos frágiles, tal cual como Pedro que “…al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse”. Momentos así hacen que poco a poco comencemos a hundirnos, los problemas nos agobian de tal manera que no sabemos como caminar en medio de la tormenta. “En seguida Jesús le tendió la mano y lo sujetó” Él nos llama a caminar sobre esas aguas, es él quién nos dice “ven”, Él está seguro de que vamos a llegar, pues está con su mano extendida esperando a que crucemos. Sin embargo, el evangelio nos lanza la pregunta, para recordarnos que dudar es normal. Si salimos de esa tormenta es por qué Jesús estuvo ahí extendiendo su mano para levantarnos.

Ninguna de nosotras tiene la capacidad de enfrentar las dificultades solas. Esa mano extendida de Jesús la necesitamos, pues todas somos aquel Pedro que duda. Pero también podemos ser aquella mano que ayuda. Todas somos invitadas a ser un reflejo de Dios. A veces vamos a ser Pedro, confundidas, agobiadas, frágiles, sin saber qué hacer y cómo levantarnos en medio de esa tormenta. Pero también podemos ser la mano de Jesús en la vida de muchas, esa mano que se extiende para ayudar, para levantar y para recordar la pregunta que el evangelio nos hace una y otra vez: ¿Por qué dudaste?, no con la intención de juzgar, sino con la intención de recordar que podemos, podemos cruzar, podemos salir de aquel momento de aflicción. Si dudamos, que sea para recordar que quien nos llama es aquel que está con la mano extendida creyendo en nosotras.

Permitámonos ser Pedro, aceptemos nuestros momentos de aflicción, eso nos hace aún más merecedoras del amor de nuestro Dios. Pero también estemos atenta y seamos en la vida de muchas la mano de Jesús que se extiende para ayudar.


miércoles, 15 de julio de 2020


Quédate en Casa


Elizabeth Palma Gallardo

!Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!  Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.  Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.  Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán. Selah. Salmos 84:1-4 (RVR 1960)


En estos casi cuatro meses de confinamiento y cuarentena una de las frases que más hemos escuchado es “Quédate en casa”, la hemos escuchado en distintos tonos, desde una invitación hasta una obligación. Se la hemos escuchado a autoridades sanitarias, políticas y hasta a parte de nuestra familia.

Meses antes de la pandemia, cuando estábamos inmersos en nuestras actividades, sin tiempo para nada, lo que más anhelábamos era poder estar un día en casa tranquilos; si nos sentíamos enfermos, nos decían quédate en casa y casi de manera automática al otro día nos sentíamos mejor. Desde siempre se ha visto (o al menos en la mayoría de los casos) que las personas perciben la casa, como un lugar donde guarecerse, donde sentirse seguro, donde poder renovar las fuerzas, encontrar cariño, etc.

Abraham, Moisés, David y muchos otros hombres y mujeres de la Biblia veían a Dios como su refugio, torre fuerte, su más alto escondite, su roca firme, el lugar donde sus vidas realmente estaban seguras, al igual como nosotros hoy vemos nuestras casas.

Después de leer el libro de los Salmos, podemos deducir que para el rey David, la casa de Dios tenía un lugar predilecto. Más de 25 veces, menciona la casa de Jehová, y al hacer referencia a este lugar lo hace de una manera muy especial implicando que es uno de sus lugares favoritos y queridos por él. Solo como una pequeña muestra, el salmo 27:4 dice “Una cosa me he propuesto y esa he deseado, estar en la casa de Dios todos los días, para contemplar la hermosura de Dios y para inquirir en las Escrituras”. El Salmo 23:6 dice “Y en la casa de Jehová morare por largos días”. Ahora lea el salmo 84:10 “Porque mejor es un día en tus atrios, que mil fuera de ellos. Escogería antes estar en la puerta de la casa de mi Dios”.

Qué impactante pensamiento: ¡Dios como nuestro hogar, una casa espiritual! Lo que indica que en Su presencia podemos estar tranquilos, renovar nuestras fuerzas, ya que Él sabe todo de nosotros, hasta nuestros más íntimos pensamientos. Así como en tu casa te sientes libre aún para andar sin zapatos por la sala o cualquier lugar de ella, en Dios tú también puedes andar en plena libertad sin temor a ser juzgado, ten la seguridad de que, en Jesús, Dios quiere ayudarte, cuidarte y bendecirte.

Por tanto, hoy en medio de la situación que estamos viviendo queremos renovar la invitación a quedarte en casa, a que te acerques confiado para recibir de Él la fuerza, guía y sabiduría que necesitas para tu diario vivir. Dios no solo quiere ser tu Señor y Pastor, también quiere ser tu morada, no solo un lugar de fin de semana o un salvavidas de último momento, Dios quiere que te quedes en casa.

Salmos 90:1 Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.

jueves, 2 de julio de 2020


Cuidadas en medio del sufrimiento

Pamela Martínez Carvallo


El peso de las cargas es relativo, lo que para unos puede ser muy pesado, para otros puede ser más liviano, pero una carga, será siempre una carga, ya que es algo adicional que llevamos. Lo que no es relativo es la presencia de Dios en nuestras vidas.
Pablo en la su carta a los Corintios dice: Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo (2 Corintios 4: 8 - 10). Pablo al igual que Cristo, no estuvo exento de tribulaciones, dolores y sufrimientos, por ello pudo exhortar con propiedad que en la vida nos vamos a sentir atribulados, perplejos, perseguidos y derribados.
En estos meses de crisis, ha aumentado el deterioro de la salud mental; depresión, angustia, ansiedad, dolor, irritabilidad, entre otros. ¿Cuál es nuestra posición como cristianos frente a este tema? Muchas veces se nos ha exhortado a tratar estas situaciones con ayuno, oración y alabanzas. El problema es que cuando, hacemos nuestro mejor esfuerzo y aun así los sentimientos y emociones siguen dañados se nos viene un profundo sentimiento de culpa y frustración, ¿les ha pasado? Incluso se nos ha enseñado que no debemos acudir a la medicina tradicional, ni a psicólogos, ni a psiquiatras y mucho menos a medicamentos y usamos la cita de Isaías 53:4 (entre otras) que dice: Ciertamente El llevó nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores.
El castillo de naipes se derriba cuando acudimos a la medicina por nuestras dolencias físicas. Vamos al gastroenterólogo, al oftalmólogo, al dentista, etc. Pero si acudimos a un profesional de la salud mental, sentimos que hemos fallado en nuestra fe y además de todo lo que ya estamos sufriendo se nos suma entonces, la culpa.
Muchas veces se nos ha enseñado de que por ser cristianas somos exentas de todo esto, pero, aunque Cristo mismo vino a sufrir y llevar sobre él todos nuestros pecados y enfermedades, esto no nos blinda de las consecuencias de vivir en este mundo. Como el mismo dijo: en el mundo tendréis aflicción… (Juan 16:33)
Las animo a que, si estamos pasando por alguna situación de esta índole, busquemos ayuda profesional y en vez de sentir culpa agradezcamos al Señor por las herramientas que ha dispuesto para que seamos tratadas y cuidadas. La depresión es un trastorno debilitante, no la ignoremos.
Nuestra esperanza no nos avergüenza, nuestro sufrimiento o condición no nos avergüenza, porque tenemos la esperanza de que Cristo se glorificará en ello. Cuando nuestra fe se ve probada, podremos ver a Dios en medio de todo.

“Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu.”