miércoles, 25 de marzo de 2020


Por Pamela Martinez

“Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?  Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?”  Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.  Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.”
Mateo 6:28, 30-31, 33-34 NVI


Sin duda, este es uno de los tiempos más inciertos que nos ha tocado vivir a nivel mundial, pero así ha sido la historia del mundo desde los primeros siglos: enfermedades, guerras, destrucción y muerte. Nuestra realidad es la realidad de todos: sin distinción de personas, religión y etnias, ricos y pobres, todos hemos sido trastocados. La vida de millones de personas está cambiando, en muy poco tiempo. Todo esto nos lleva a relucir lo que realmente somos y lo primero que surge son nuestras inseguridades, miedos y temores que cada uno de nosotros vive en forma personal y familiar, por las circunstancias en las que vivimos. Es imposible para todo ser humano, no experimentar la preocupación y angustia actuales, cuando es el trabajo y la familia, lo que está siendo remecido, cuando hasta ahora, estos eran el piso que nos sostenían y nos daban tranquilidad.
Cuando leemos los versículos que nos convoca, podríamos decir: Dios no nos entiende ni conoce nuestras necesidades o simplemente, Dios no existe. Pero cuando recordamos el propósito de su muerte en la cruz, podemos no solo pensar en que su sangre nos dio salvación eterna y que perdonó nuestros pecados, si no que también tomó nuestras vidas para darnos plenitud en Él y  la abundancia de su amor. No podemos olvidar que somos nosotros el objeto de su amor y que, a través de su sangre derramada, nos dio vida y junto con ello todas las cosas.
Si hemos sido llamadas hijas, la invitación es justamente a aprovechar este tiempo de aislamiento impuesto a buscar en intimidad la presencia de nuestro Padre, el cual no hará otra cosa que recibirnos y darnos Su paz, esta que tanto necesitamos en tiempos de angustias y tristezas. Aunque es difícil, y exige de nosotras un esfuerzo mayor en disciplina y fe, quiero invitarlas a que dejemos a sus pies toda nuestra ansiedad y despojémonos de todo sentimiento que nos pesa. Y cuando nos veamos ligeras de nuestras cargas, podremos ver a Dios en nuestras vidas. Busquemos con intensidad su paz y su amor y todas las otras cosas vendrán por añadidura, porque Él tiene cuidado de nosotras. Y entonces, podremos experimentar un crecimiento verdadero en nuestra fe.
Jesús le dijo a sus discípulos que en este mundo tendrían aflicciones, pero que confiaran, porque él había vencido al mundo. Dios no nos ha abandonado, porque Él es el Dios que, antes de cualquier otra cosa, está.
No quiero terminar sin antes sugerir que vivamos este tiempo juntas. Por favor, si sientes angustia, pena, temor, no te aísles en tus pensamientos, no vivas solo esos momentos, en que sientas que la presión es demasiada. Llama a una amiga o amigo, a un hermano o hermana, a un Pastor o Pastora. Pero por favor, no te encierres en ti misma. El Señor nos ha hecho familia. No estamos solas. Tú, no estás sola. A lo mejor, esta es la hora en que mas que nunca, debemos ser de bendición unas a las otras. Unos a los otros.
Recuerda, no estás sola.
“Desarrollar una fe robusta, es padecer grandes tribulaciones. He aprendido a tener una fe fuerte al mantenerme firme en medio de las más severas pruebas” (Jorge Müller).

jueves, 19 de marzo de 2020


Aislamiento Social

Claudia L. Mardones Bahamonde


En estos días hemos sido alertados por una nueva crisis que debemos enfrentar y no solo como chilenos, sino como ciudadanos de un mundo globalizado. La crisis sanitaria, generada por la propagación del COVID-19, nos ha llevado a tomar medidas extremas, entre ellas el aislamiento social, que permitiría, al menos en parte, una disminución en la propagación, sobre todo, en la población de más alto riesgo, como son las personas inmunodeprimidas, pacientes críticos y personas de la tercera edad. Es muy importante seguir los lineamientos e instrucciones que nos entregan las entidades sanitarias, no solo pensando en nosotras mismas, sino en el otro, en aquel que es más vulnerable y al que le podemos transmitir el virus. Según el Ministerio de Salud[1], hoy hay 342 contagiados oficialmente, los que en su mayoría son de la región metropolitana.
Este tiempo de aislamiento social, si bien, puede generar en nosotros sentimientos de desconcierto, angustia, etc., debido al encierro y al caos que escuchamos por los medios de comunicación, también puede ser un buen tiempo para realizar otras actividades que hemos postergado por el trabajo fuera de casa o incluso al interior de ella.
La teóloga Silvia Martínez Cano, escribió un artículo muy interesante titulado: “Recuperar la voz, ejercitar la expresión, liberar la pasión por Dios”, en el que plantea la importancia de fortalecer nuestra relación con Dios. Ella sostiene que debemos tener momentos en los que dediquemos tiempo a construir una espiritualidad profunda, a través del estudio riguroso de las Escrituras.  Pero lo interesante de su propuesta es que esta espiritualidad profunda no significa una evasión de la realidad, es decir, un asilamiento e indiferencia de lo que ocurre en el mundo de la vida cotidiana, sino muy por el contrario, llama a recuperar la voz en los espacios públicos y comunitarios y a tener una presencia activa en la sociedad.
La autora rescata el relato de María Magdalena con Jesús la mañana de la resurrección. Esta mujer fue la primera en ver al Mesías resucitado. En ese encuentro, María vio cara a cara al Señor, y fue encomendada por él mismo a transmitir el mensaje de la resurrección a su comunidad. Recordemos que las mujeres, en aquella época, no eran consideradas y valoradas al mismo nivel que los varones y que no gozaban de la misma credibilidad y respeto en la sociedad. Pese a ello, nuestro Señor Jesús sí confió en ella para que trasmitiera ese mensaje.
Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando.
11 Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.     (Marcos 16:9-11)
En muchos relatos bíblicos las mujeres no aparecen con un papel tan visible, al igual que en muchas de las historias que nos relatan el pasado de la humanidad. Y si bien, en la actualidad, las cosas han cambiado bastante, aún se ven espacios en los que las mujeres son silenciadas e invisibilizadas.
Siguiendo a Martínez Cano[2], esta invisibilización nos ha hecho no sacar la voz en la sociedad; nos ha acostumbrado a no tener una opinión propia que se exprese en el espacio público y comunitario.
“La invisibilidad como voces que se silencian nos ha alejado de la expresión pública y comunitaria de lo vivido y sentido” (Martínez, 2016: 235)
Podríamos aprovechar este tiempo de aislamiento social para fortalecer esa relación profunda con Dios, para tener nuestro propio encuentro con el Señor, y aprender a recibir de él el mensaje de esperanza en medio de este contexto de crisis, que tiene sumidos en la angustia y desesperación a muchas y muchos. Nuestro desafío es ser como María Magdalena, llevar un mensaje de esperanza en medio de una situación de angustia y desconsuelo.
Una espiritualidad profunda, siguiendo a la teóloga antes mencionada, no sólo permite una sanidad personal y el fortalecimiento de nuestra propia identidad, es decir, valorarnos a nosotras mismas y reconocer que con la ayuda de Dios podemos lograr muchas cosas, sino que también, nos capacita para bendecir a otras personas y ayudarles en sus procesos de restitución y sanidad. Es por ello que Martínez Cano nos insta a fortalecer nuestras redes de apoyo, ya que en ellas podemos compartir experiencias y aprender de ellas de manera comunitaria, pero, sobre todo, nos permiten conocer otras realidades que conviven en medio nuestro y de las cuales no podemos ser indiferentes.
Debemos aprovechar estas instancias de aislamiento para desarrollar una espiritualidad más profunda, no para seguir invisibilizadas o silenciadas, sino para que, llegado el momento, podamos salir del encierro y recuperar la voz en medio de nuestra comunidad y nuestra sociedad. A medida que nuestra relación se hace más sólida y profunda con Dios, tendremos más que entregar a aquellos que sufren y enfrentan momentos de crisis, ya sean crisis sanitarias, económicas, sociales o políticas. En este momento en que las instituciones han perdido credibilidad, se hace más necesario recuperar la voz, y ejercitar la expresión, para dar orientación y transmitir la imagen de un Dios que acoge, acompaña y se compadece de quienes lo buscan.




[2] Martínez Cano, S. 2016 “Recuperar la voz, ejercitar la expresión, liberar la pasión por Dios”, en Mujeres, mística y política. La Experiencia de Dios que implica y complica. Verbo Divino.Navarra. pp.231-251

lunes, 16 de marzo de 2020

Consejos en tiempos de cuarentena


Amigas, en estos días de incertidumbre, queremos compartir con ustedes algunos consejos que nos podrían ayudar a enfrentar de mejor manera los periodos de cuarentena, ya que el aislamiento social, tal vez sea una situación que nunca nos haya tocado vivir. 
Queremos animarlas a buscar redes de contención, personas con las que puedan compartir sus experiencias, a no tenerle miedo a los sentimientos de incertidumbre, porque en estos periodos pueden ser normales. 
Te animamos a buscar motivación en la lectura bíblica, a renovar tus fuerzas mediante la oración y a estrechar nuestros lazos a través de las redes sociales.

Recuerden que nuestro correo es mujeres@acymprovidencia.org 
en Instagram nos pueden seguir en @mujeresprovidencia
en Facebook Mujeres Acym Providencia.