Cultivando
una vida en integridad
¿Qué queremos decir
cuando usamos el concepto integridad?
El término integridad,
hace alusión a dos ideas centrales. Por un lado, hace alusión a un derecho
esencial de los seres humanos, que tiene que ver con no sufrir manipulaciones, amenazas
o daños físicos, psicológicos, ni morales. Es decir, no sufrir vulneración
alguna. Por otro lado, hace alusión a un
aspecto interno del individuo, que le permiten pensar y actuar de acuerdo con valores y principios
tales como honestidad, lealtad, etc. Una persona íntegra es aquella que:
- no vive de apariencias y es coherente,
- trata a los demás como le gustaría ser tratado,
- reconoce sus errores y pide disculpas,
- cumple con sus compromisos y responsabilidades,
- hace lo correcto, aunque nadie lo esté viendo.
Es en esta última
acepción, en la que queremos reflexionar.
Los cristianos,
deberíamos ser personas que se nos relacionara fácilmente con el término
integridad, lamentablemente, no siempre es así. No es fácil ser íntegro en
nuestra sociedad, sin embargo, es algo que debemos esforzarnos por alcanzar
sobre todo si nos consideramos hijas de Dios.
En la Biblia, vemos
el ejemplo de Josué, el joven
hijo de Nun, (revisemos Josué 1:7-9), el cual fue escogido por Dios para
liderar al pueblo de Israel tras la muerte de Moisés. Dios le dice a Josué que
se levante y cruce el Jordán junto a todo el pueblo, porque nadie le haría frente ya
que Él estaría a su lado como estuvo con Moisés, no lo dejaría solo, ni lo
desampararía, no obstante, le pide:
“Solamente esfuérzate
y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo
Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que
seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará
contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1: 7-9)
Al leer el libro de Josué vemos que este hombre se mantuvo
fiel a lo que Dios le había demandado durante toda su vida. Fue tanta su devoción e integridad que
cercano a terminar sus días, a sus 110 años, vemos cómo sigue instando al
pueblo a seguir por el camino de la obediencia y la adoración a Dios. En Josué
24: 14-24, se relata el discurso de despedida que pronuncia frente al pueblo. Y
de ahí destacamos:
“Ahora,
pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del
río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos
en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24: 14 y
15).
Lamentablemente, al continuar con la historia, (Jueces
2:11-23) vemos que el pueblo no pudo mantenerse íntegro frente a Dios, no destruyeron ni expulsaron a los pueblos paganos de tierra que Dios les
dio, sino que habitaron junto a ellos y siguieron sus tradiciones, costumbres y
sirvieron a sus dioses, olvidándose de todo lo que Dios había hecho por ellos, causando
la ira de Dios. Por ello, el pueblo fue oprimido en reiteradas ocasiones. No obstante, cada vez que se volvían a Dios,
el Señor en su misericordia, les enviaba un juez que los liberaba, cayendo en un clico de
Desobediencia – Opresión – Arrepentimiento – Tiempo de Paz (Periodo de
Jueces).
Al
regresar a nuestros días, nos cuestionamos ¿Qué podemos hacer nosotras para
cultivar una vida en integridad? Te
sugerimos algunas respuestas:
- Meditar en la palabra de Dios constantemente y poner por obra sus mandamientos.
- Esforzarnos por obedecer.
- Ser valientes para enfrentar los obstáculos.
- Ser valientes para ser sinceros y reconocer errores.
- Pensar, hablar y actuar con sinceridad y coherencia en relación con los valores y principios de Dios.
El
desafío para nosotras hoy en día es poder ser como Josué, aunque sea difícil,
mantenernos íntegros para recibir el favor y la misericordia de Dios.
“Enséñame,
oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad;
Afirma
mi corazón para que tema tu nombre.”
Salmo
86:11
Te invitamos a leer esta historia que nos hace pensar
en la importancia de ser íntegros en nuestro actuar siempre, aunque
aparentemente nadie lo note.
Las Semillas del Rey
En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una
audiencia privada con él, en donde les daría un importante mensaje. Muchos
jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla diferente
a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la
planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por
ende el reino".
Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y esta no germinaba; mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.
Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar ahí.
Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló al último hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en risa y burla; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey, todos hicieron su respectiva reverencia mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.
Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamo de entre todos al joven que llevo su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".
Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y esta no germinaba; mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.
Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar ahí.
Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló al último hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en risa y burla; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey, todos hicieron su respectiva reverencia mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.
Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamo de entre todos al joven que llevo su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".
Desarrollado por Claudia Mardones
No hay comentarios.:
Publicar un comentario