miércoles, 27 de junio de 2018


Menos de mí, más de Ti

Para introducir el tema de hoy, queremos detenernos y reflexionar acerca de las siguientes preguntas: (colocaremos algunas respuestas sólo a modo de ejemplo, ud. puede colocar sus propias conclusiones)

·         ¿Qué falsos pensamientos acerca de Dios hemos albergado en nuestro corazón?
R: por ejemplo, que tenemos el derecho de juzgar a los demás por su apariencia, vestimenta, credo, raza, etc…

·         ¿Qué temores nos roban la paz y desvían nuestra atención de lo eterno?
R: Embarazo, casamiento, trabajo, envejecer, morir, enfermedad, etc…

Si la religión que hemos desarrollado nos hace Juzgar más y Amar menos; Condenar más y Amar menos; Controlar más y Abrazar menos; Querer tener más y servir menos; Justificar más la guerra y abrazar la paz menos, etc. Puede seguir llamándose religión, ¡pero evangelio JAMÁS!

Sabemos que Dios nos llama a compartir su Evangelio. Pero, ¿sabemos de qué se trata el evangelio?  Muchos podrán decir, sí, es entregar la Buena Noticia. Pero, ¿Cuál es esa noticia? Es el mayor tesoro que podemos compartir, El reino de Dios, el perdón y la salvación.

Cabe destacar, que la salvación no debe ser considerado como un evento en nuestras vidas, sino que muy por el contrario es Hecho que nos lleva a vivir un nuevo estilo de vida.

En la práctica, ¿Cómo es nuestro estilo de vida?

Nuestro estilo de vida debe tener como meta llegar a conocer a Dios, andar como Él anduvo.

El estilo de vida de Jesús, fue entregarse a sí mismo, no se aferró a su igualdad con Dios.  Más bien él dijo: Mi comida es hacer la voluntad del Padre.

Cristo se entregó por entero, se vació de su deidad para hacerse humano y morir por nosotros, para que nosotros con su muerte, resucitáramos a una nueva vida, y con su resurrección, tuviéramos vida en abundancia. Sólo podemos vivir esa vida, si hemos creído y aceptado el sacrificio de Cristo. Ese fue su estilo de vida, su forma de vivir.
Ahora nos queda preguntarnos, ¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? En el libro de 1 Juan 2:3-6 tenemos una ayudita, “3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. 4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente[b] en la vida del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él: 6 el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió”
¿Cuáles son los mandamientos que debemos guardar? En el libro de Mateo 22:37-39 está la respuesta.  “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Pero esto no lo haremos por sí solos, ya que en el antiguo testamento (Ezequiel 36:26) Dios hace una promesa que nos ayudará a cumplir con estos mandamientos. “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne” con esto de seguro nos será más fácil poder amar a nuestro prójimo, ya que nuestra tendencia humana suele ser un poco más egoísta.
El Apóstol Pablo escribió una cartas a los filipenses, y lo hizo nada menos que desde la cárcel, y desde allí inculcaba a todos vivir una vida cristiana feliz, instándolos a gozarse en las pruebas, porque ellas cosechan virtudes, como la paciencia y la perfección en Cristo:
“2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Nuevamente nos habla de los demás, del prójimo, amar al prójimo como a nosotros mismos. Algo práctico es querer vernos y sentirnos bien, lo mismo debemos de desear y aportar a nuestro prójimo, apartar para su bienestar.

Otro tema que deberíamos reflexionar, es el llamado del apóstol a pensad en todo lo bueno, agradable y perfecto. Entonces detengámonos y pensemos,
¿QUÉ ES LO JUSTO? R: Hacer misericordia con el prójimo, no solo compasivo
Consideremos que Justicia es “Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”

¿QUÉ ES LO VERDADERO? R: Todo aquello que no es pecado, lo que no es mentira, lo que es verdad.

¿QUÉ ES LO PERFECTO? R: Hacer la voluntad de Dios, que es amarlo a Él y
amar al prójimo.
Lo perfecto es la vida de Jesús. El ofreció lo que era. Ofreció su vida, por que él es vida, nos da su amor, por que él es amor, nos guía por que él es el camino, sacia nuestra sed, porque él es agua de vida, sacia nuestra hambre, por que él es el pan de vida.  Es nuestra compañía en medio de las aflicciones y problemas.  
Juan 16.33 “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”

Todo lo que vaya en dirección contraria, es pecado podríamos definirlo como no conducirnos hacia la voluntad de Cristo.


Si nos damos cuenta, lo único que hay de nosotros en esto, es la obediencia, ese es nuestro aporte. No se trata de mí, se trata de ti.

Menos de mí, más de ti.

Desarrollado por Pamela Martinez Carvallo

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