Claudia
L. Mardones Bahamonde
El
que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo
le digo al Señor:
«Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío».
mi fortaleza, el Dios en quien confío».
Solo
él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
y de mortíferas plagas,
pues
te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
y bajo sus alas hallarás refugio.
Salmo
91: 1-4 a
Qué
maravillosas imágenes emplea el salmista para hacer alusión a la
protección que tenemos en nuestro amado Dios. Una protección que
experimentamos al vivir nuestras vidas en Dios, es decir, cuando
dedicamos todo lo que hacemos, independientemente de qué actividad
sea, a Él y cuando tomamos consciencia de que en cada pensamiento
y cada acción de nuestra vida Él está presente, y que siempre está
disponible para nosotras/os.
Es
probable que hayas leído este salmo interpretando que como hijas/os
de Dios nunca pasaremos situaciones difíciles y que Dios nos librará
de todo mal. Pero la verdad es que eso no es tan así. Los que amamos
a Dios también podemos experimentar momentos de dolor. Este salmo
expresa una creencia habitual de una determinada época de la
historia del pueblo de Israel, y es la idea de que el justo será
prosperado, por eso este tipo de literatura está presente en la
Biblia. Sin embargo, cuando el pueblo comenzó a conocer mejor quién
era Dios y cómo actuaba, comprendió que aquellos que buscamos a
Dios y le amamos, también podemos sufrir acontecimientos y
situaciones muy dolorosas, como lo demuestra la historia de Job, tal
vez algunos/as lo recordarán. Job fue un hombre justo que sufre todo
tipo de calamidades, pierde todo, se mueren sus hijos, se enferma, y
al final de todas sus desgracias, “su
esposa le reprochó: —¿Todavía
mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! (Job
2:9)
La incorporación de relatos como el de Job, permiten una
profundización mayor en cuanto al trato de Dios con la humanidad.
Los hijos/as de Dios podemos pasar por tiempos de crisis y
experimentar el dolor, sin embargo, Dios siempre estará a nuestro
lado para sostenernos. Si nos acercamos a Dios y buscamos su
presencia, sentiremos esa seguridad y protección que solo Dios puede
darnos, independientemente de la situación que debamos enfrentar.
Es
muy interesante el uso de figuras o metáforas, ya que nos ayudan a
profundizar nuestra comprensión sobre aspectos o situaciones que a
veces son más complejas.
¿Han escuchado la frase “llueve
sobre mojado”? Tal vez
les suene por la canción de Joaquín Sabina y Fito Páez, o como un
dicho popular, pero no importa. La frase hace alusión a una serie de
acontecimientos negativos que ocurren en un mismo período, la idea
de que cuando las cosas andan mal, pueden estar peor, ya que sucede
otro acontecimiento que complica mucho más la situación actual.
Para
muchos, la situación que vivimos actualmente se percibe como que
“lloviera sobre mojado”.
El año pasado, estábamos preocupados por la gran crisis climática
que vivíamos como humanidad, y recién comenzábamos a tomar
consciencia de ello, cuando surge, lo que algunos han llamado, el
estallido social.
Cerrábamos el año con esa dura realidad marcada por un descontento
general y la demanda de mayor justicia en nuestro país. Apenas
comenzaba el 2020, nos enteramos de la existencia del COVID-19 que,
desde entonces, ha transformado toda nuestra rutina y quehacer
familiar, laboral y que está modificando las actividades no solo de
nuestro país sino del mundo. Reacomodarse a este escenario es
complejo, con la pandemia ya estábamos bastante mojados, haciendo
alusión a la figura antes mencionada. Sin embargo, nos “llueve
sobre mojado”, porque
ahora se nos vienen las consecuencias económicas de todos estos
cambios a nivel local y mundial. Los expertos señalan que este virus
impactará la economía mundial ya debilitada. Según datos de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se
estima de se producirá una contracción del Producto Bruto Interno
regional (PBI) de -1,8 %, lo que generaría un aumento en la tasa de
desempleo de un 10%. Esto, inevitablemente, haría crecer el número
de personas pobres en América Latina y el Caribe. La CEPAL señala
lo siguiente:
“Estas
cifras podrían hacer crecer el número de pobres en la región que
pasaría de los 185 millones actuales a unos 220 millones, sobre
un total de 620 millones de habitantes. Por su parte, el número de
personas que viven en la pobreza extrema ascendería de 67,4 millones
a 90 millones”1
No
es muy alentador el panorama que debemos enfrentar, pero no pretendo
agobiarles con esta información. Lo que intento hacer es que piensen
en que no importa lo duro y angustiante que sea la situación que
debamos enfrentar, siempre podemos acercarnos a Dios y sentir su
protección, cobijarnos bajo sus alas y encontrar refugio. Es
probable que sientas que la situación que te toca vivir, en lo
personal, es más dura que las que enfrentan otras personas, pero
recuerda que Dios estará a tu lado para cubrirte mientras todo pasa.
Será como cuando las aves cubren a sus polluelos bajo sus alas y los
protege de la lluvia y el frío. Así hará Dios con nosotros. Es
probable que siga lloviendo
sobre mojado, pero no te
preocupes Él te seguirá cubriendo.
“Aun
si voy por valles tenebrosos,
no
temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta”
Salmos 23:4
porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta”
Salmos 23:4
Que la
angustia no nos supere, el Señor está al lado de quienes confían y
creen en Él, y será Él mismo quien nos acompañará en medio de
las crisis y nos dará una salida. Dios no nos promete no pasar por
valles tenebrosos, de oscuridad e incertidumbre, pero sí promete
estar con nosotros siempre.
“¿Por
qué voy a inquietarme?
¿Por
qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!”
En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!”
Salmo
42:5
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