jueves, 2 de julio de 2020


Cuidadas en medio del sufrimiento

Pamela Martínez Carvallo


El peso de las cargas es relativo, lo que para unos puede ser muy pesado, para otros puede ser más liviano, pero una carga, será siempre una carga, ya que es algo adicional que llevamos. Lo que no es relativo es la presencia de Dios en nuestras vidas.
Pablo en la su carta a los Corintios dice: Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo (2 Corintios 4: 8 - 10). Pablo al igual que Cristo, no estuvo exento de tribulaciones, dolores y sufrimientos, por ello pudo exhortar con propiedad que en la vida nos vamos a sentir atribulados, perplejos, perseguidos y derribados.
En estos meses de crisis, ha aumentado el deterioro de la salud mental; depresión, angustia, ansiedad, dolor, irritabilidad, entre otros. ¿Cuál es nuestra posición como cristianos frente a este tema? Muchas veces se nos ha exhortado a tratar estas situaciones con ayuno, oración y alabanzas. El problema es que cuando, hacemos nuestro mejor esfuerzo y aun así los sentimientos y emociones siguen dañados se nos viene un profundo sentimiento de culpa y frustración, ¿les ha pasado? Incluso se nos ha enseñado que no debemos acudir a la medicina tradicional, ni a psicólogos, ni a psiquiatras y mucho menos a medicamentos y usamos la cita de Isaías 53:4 (entre otras) que dice: Ciertamente El llevó nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores.
El castillo de naipes se derriba cuando acudimos a la medicina por nuestras dolencias físicas. Vamos al gastroenterólogo, al oftalmólogo, al dentista, etc. Pero si acudimos a un profesional de la salud mental, sentimos que hemos fallado en nuestra fe y además de todo lo que ya estamos sufriendo se nos suma entonces, la culpa.
Muchas veces se nos ha enseñado de que por ser cristianas somos exentas de todo esto, pero, aunque Cristo mismo vino a sufrir y llevar sobre él todos nuestros pecados y enfermedades, esto no nos blinda de las consecuencias de vivir en este mundo. Como el mismo dijo: en el mundo tendréis aflicción… (Juan 16:33)
Las animo a que, si estamos pasando por alguna situación de esta índole, busquemos ayuda profesional y en vez de sentir culpa agradezcamos al Señor por las herramientas que ha dispuesto para que seamos tratadas y cuidadas. La depresión es un trastorno debilitante, no la ignoremos.
Nuestra esperanza no nos avergüenza, nuestro sufrimiento o condición no nos avergüenza, porque tenemos la esperanza de que Cristo se glorificará en ello. Cuando nuestra fe se ve probada, podremos ver a Dios en medio de todo.

“Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu.”

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