jueves, 2 de abril de 2020



Por Elizabeth Palma Gallardo
En estos últimos días se ha hecho recurrente escuchar o leer palabras como “suspendido”, Cancelado”, “postergado”, “hasta nuevo aviso”, etc. Más de alguno de nosotros ha visto como los eventos que teníamos para estos meses se han visto seriamente trastocados debido a la pandemia, la que sin mucho aviso vino a cambiar el curso nuestros planes. Viajes, matrimonios, fiestas familiares, reuniones de negocios, eventos deportivos, todos y cada uno de ellos, sin mediar importancia han tenido que ser cancelados generando en nosotros incertidumbre y ansiedad.
Esos fueron las mismas emociones que sintió el profeta Isaías cuando murió el rey Uzías. Este había sido un buen rey, temeroso de Dios, quien había gobernado Israel por 52 años. “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó”[1]. Durante su reinado la nación gozo de paz, prosperidad y el favor del Señor. Su fama había trascendido de tal forma que las naciones de alrededor le temían y no entraban en conflicto con él. Ahora el gran rey había muerto y el peligro estaba al acecho. Las naciones que siempre hicieron guerra a Israel podrían estar preparándose para una emboscada. ¿Quién sería el nuevo rey? ¿Sería piadoso y buscador del Señor trayendo así bendición al pueblo o sería un mandatario impío que solo traería muerte y destrucción? Se avecinaban nubes oscuras de incertidumbre en relación al futuro del país.
En ese momento Isaías tuvo una visión[2]. En la misma vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. Dios quería recordarle al profeta que, por encima de todo reinado humano bueno o malo, y de cualquier situación Dios estaba gobernando y teniendo el control de todas las cosas.
Al igual que Isaías puede que hoy estemos preocupados por lo que vendrá, por nuestras fuentes laborales, por cómo vamos a responder a nuestros compromisos económicos, por cuándo podremos realizar el evento planeado, cómo terminará mi año de estudios, etc., y es aquí donde también quiero que recordemos las palabras de Eclesiastés[3], las que nos recuerdan que hay días buenos y días malos y que ambos vienen de Dios, pero lo más importante aún, el predicador enfatiza en que nadie sabe lo que le espera. Nadie sabe si mañana le vendrá un día bueno o malo, sólo sabemos que ese día viene de Dios.
En esta ocasión quiero que nos detengamos, que hagamos un alto y recordemos que con pandemia o sin ella, todos los planes y eventos que hemos planificado en nuestra vida nunca han estado bajo nuestro control, porque estos siempre dependieron de la voluntad de Dios, y así como hemos visto que Él ha estado con nosotros hasta el día hoy, debemos seguir confiando en que Él seguirá estando hasta el día de su venida. Entonces, no dejemos que la incertidumbre se apodere de nosotros, confiemos en que Dios sigue siendo soberano, agradezcamos cada día por lo que nos da y por lo que nos quita, por su amor y su perdón, enfoquémonos en alabar su nombre y buscar su presencia, que el día de mañana sólo depende de su voluntad.



[1] 2 crónicas 26.5

[2] El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el Templo. Isaías 6:1, Nueva versión internacional (NVI).

[3] Por eso, cuando vengan los buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando lleguen los tiempos malos ponte a pensar que todo viene de Dios, y que nunca sabemos lo que nos espera. Eclesiastés 7:14, Traducción en lenguaje actual (TLA)



2 comentarios:

  1. Qué interesante reflexión!
    Es verdad, por lo general olvidamos que de Dios vienen días malos también, solo nos centramos en los buenos.
    Efectivamente, el Señor no ha perdido el control en esta situación y debemos confiar en él!!
    Gracias Ely!!
    Excelente reflexión

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  2. Gracias por tu reflexión, es reconfortante saber que aunque no nos gusten los días malos allí también está manifiesta la voluntad de Él. Su promesa está cada día más viva en estos días tan duros para la humanidad, con o sin pandemia El esta para nosotros y no nos deja. Además debemos recordar sus planes de bien y no de mal para nuestra vida para darnos un futuro y una esperanza. Gracias. Bendiciones.

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